La comedia humana (William Saroya)

En ocasiones no es fácil explicar los motivos que nos llevan a abandonar un libro. Es complejo aunar los hechos que llevan a despreciar algo a lo que ya habíamos dedicado mucho tiempo, quizás demasiado. Personalmente no encuentro un patrón fijo en mis libros dejados a medias. Suele suceder que un párrafo va colmando a otro y que a modo de portazo manifiesto mi enfado cerrando con fuerza el libro para no abrirlo ya nunca más. Hay abandonos y abandonos. No es lo mismo abandonar un libro para el que todavía no estamos preparados que abandonar uno para el que nunca estaremos preparados. Mi reciente cita fallida la tuve con Marta Rivera y su finalista del planeta "Tiempos de prodigios". Aguanté hasta la página trescientos y pico. Lo debería haber dejado antes pero Marta ocupaba un puesto muy elevado en mi lista de escritores.

¿Por qué antes de hablar de la comedia humana me dedico a elucubrar sobre libros sin final? Pues porque estuve a punto de dejarlo en la página 10. Pero aguanté, le concedí el beneficio de la duda y en esta ocasión no me vi defraudado.

El secreto para disfrutar de este libro es ser conscientes desde el principio de que el autor quiere trasmitirnos algo y quiere que nos quede bien clarito. Nada de interpretaciones, ni de discusiones, no. La comedia humana quiere ser un libro positivo y lo es aun a fuerza de torcer en ocasiones algún que otro personaje.

Es una tragedia humana, la tragedia del dolor, pero contada a través de unos ojos que pretenden mostrar que la bondad es el arma para soportar el sufrimiento.

La comedia clásica se caracterizaba por acabar siempre bien. Este libro cuenta una historia que apunta hacia la tragedia, caracterizada siempre por un final amargo. Aquí ese final amargo se transforma en final feliz porque el dolor no arrastra a los protagonistas al sin sentido vital, sino al descubrimiento del bien más alla del dolor. O mejor dicho al descubrimiento del bien a través del dolor.