A trompicones con uno mismo, en ocasiones se hace necesario ir a los libros como quien acude acurrucado a una roca junto algún mar. Dejarse aquietar por el silencio y el olor a sal, ver la tarde morir ahogada entre las olas mientras las nubes se contagian y se vuelven primero naranjas, luego rojas y, tras un fugaz devaneo con el rosa, se pierden por fin entre los azules oscuros. Uno respira siempre mejor allí, se da cuenta de que el repiqueteo martilleante de darse vueltas desparece cuando la vista logra fugarse del yo a través de la belleza.
Con este libro pasa lo mismo, desde la primera página uno se da cuenta de que debe observar y disfrutar, nada de entrar en complejas disquisiciones sobre la batidora del yo interminable, aquí no hay laberintos que recorrer, ni soliloquios que soportar, ni una conciencia tremendamente compleja que a fuerza de exprimir pretende explotar. No. Aquí hay una familia, un paisaje, una ausencia y a correr. De golpe nos hallamos metido en la nueva vida de una familia que deberá superar unida la desunión que acompaña a las pérdidas. El padre, excepcional, perdido como el lector, en un mundo extraño, encuentra en sus hijos un motor, y en la naturaleza que pinta una escapatoria a la tristeza.
Y ese paisaje y ese motor mueven también al lector, cautivado por descripciones que no cansan, va tomando cariño a esa familia a la que, cuando termina el libro, empieza a echar de menos.
9 comentarios:
Muy buena tu entrada, tengo mucho que aprender hasta igualar tu pluma. El libro me lo han recomendado varias veces, ¿quien sabe? Tal vez caiga este verano, pues parece ideal para esa época.
Un saludo
No hay mucha pluma que igualar, lo verdaderamente importante es decir lo que quieres decir y si además te lo pasas bien escribiendo
Caramba, Mundi, qué poético te has puesto... Me encantó este libro. Es cierto que vas un poco perdido a ratos con lo de la ausencia, pero da gusto encontrar una historia que transmite armonía y felicidad. La vida puede llegar a ser muy dura, pero aún así, el sol sigue saliendo cada mañana y siempre es posible sonreir.
Saludos
Hey Jordan muchas gracias por tu comentario. Las últimas tragedias futbolísticas me han puesto muy melancólico, estoy a la espera de la llegada del sol.
Pues espero que tu sol no se llame Florentino... Vanitas vanitatis
¿Eres del Madrid? ¡Como es posible! Yo soy del Barça y ayer disfruté celebrando el primer título de la temporada (jejeje)
Hay un eje del mal, y un eje del bien. Desde siempre esa batalla se ha simbolizado con colores. Blanco: el del bien, negro: el del mal.
Por mucho que uno de los dos equipos pretenda disimular mediante un colorido azulgrana.
Hilario, no se puede ser perfecto. Animo tarde o temprano lo superarás.
P.d. Son mis últimas palabras sobre fútbol en este blog.
¿Y por qué la segunda equipación del Madrid es negra?
Amistosamente
Porque es fundamental usar todos los medios para tratar de ganar a algunos para la causa. Ya sabes, hacerse todo para todos...
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