autobiografía

Cien kilos más o menos

De dientes en escalón

Brakets caros, fealdad intensa.

Adoro a Paul Pierce

Lo entremezclo y confundo con Kandissky

A ratos veo a Rocky bailar llamas con Fedor.

Dovstoievski , certero alumbrador del ocaso.

Quién fue William Many?

Pero entenderse se hubiera entendido seguro con Salinas.

El del amor, claro. Con el del fallo ante Italia a ver quién

A buen pocas.

¿Era, es, el amor un largo Adiós?

San Josemaría va y dice que no.

Qué la cárcel de amor de oro y paño

muestra a todos lo loco de Dios

loco, loco pobre Freud

Aunque pesado, humano.

Pobre padres odiados.

Tomás gordo y Santo:

Qué paz a los que vemos el cielo en un vaso de ginebra.

Uno Sabina, solo uno.

Con más dos se te confunde el día.

Y en la noche Calamaro puede parecer un don nadie.

Ay, Sancho, cuánto de sabio prestaste a Don Andrés.

Igual que el cículo perfecto

Trazado por ángelicales y labores,

De un francés dartañanero.

Que los ilusos veían con la vara

De un gandalf a lomos de espada

Y en fin tantas y tantas paradojas.

Chesterton gordo. Pesado. Luminoso.

Ser quien soy, por obra de un azar

Trazado con tiento seguro.

A pinceladas gordas de menina.

Genio, maestro, padre.

Tras el cuadro de mi rayo que no cesa.