"Si la literatura es una de las formas de la felicidad; tal vez ningún escritor me ha dado tantas horas felices como Chesterton”. Claro que si esto lo dice un servidor la cosa no reviste de mayor importancia, pero cuando el que así habla se apellida Borges, la cosa toma tintes color grandeza.
No hace mucho reflexionaba sobre el origen de la literatura, más en concreto sobre por qué alguien escribe. Sabiendo que vivimos una época donde el noúmeno maldito queda a tomar cervezas con el en sí Sartriano, cualquier afirmación categórica respecto a la realidad anda mal vista. De todas formas, esto también facilita que cada hombre débil se atreva a postular sin demasiados ambages. Con lo cual me veo en condiciones de afirmar tajantemente que la literatura surge habitualmente de una ausencia: una ausencia desesperanzada de la que nace la obra de arte a modo de aguachirle, cargada de sentido, con lo cual también de futuro. O una ausencia esperanzada. En la cual el arte es el único clamor posible para tratar de alcanzar ese algo que se vislumbra como meta.
De cualquiera manera lo normal en cualquiera de las dos opciones suele ser una obra rica en retortijones, nacida del dolor de estomago. Por lo cual la tristeza y el arte, en el ya felizmente olvidado siglo XX, andan parejos.
Como casi todas las afirmaciones categóricas, lo dicho arriba es matizabilísimo. Pero he decidido prescindir de los paréntesis para gozo de mis múltiples lectores.
Entre esos paréntesis y excepciones ocupa un lugar clave Chesterton (de ahí toda la parrafada anterior)(lo siento mi hipocresía nace de la presión social). Representante de lo que hemos denominado ausencia esperanzada, las obras de este gordo inglés rezuman felicidad. El humor a modo de claridad, la alegría como respuesta al mal. La sonrisa, la paradoja y la verdad como trivote defensivo de una forma de ver el mundo. Estas tres características se ven a mi juicio muy bien en esta pequeña novela. En ella se ve un Chesterton dichoso que disfruta narrando, que disfruta creando, que disfruta asombrando al lector con su capacidad de entrelazar escenas heroicas (el duelo de espadas en medio de la estación de tren es sencillamente magistral) y sobre todo se nota un Chesterton que goza asomándose de puntillas tras una puerta entornada al misterio del sufrimiento.
Como casi todas las afirmaciones categóricas, lo dicho arriba es matizabilísimo. Pero he decidido prescindir de los paréntesis para gozo de mis múltiples lectores.
Entre esos paréntesis y excepciones ocupa un lugar clave Chesterton (de ahí toda la parrafada anterior)(lo siento mi hipocresía nace de la presión social). Representante de lo que hemos denominado ausencia esperanzada, las obras de este gordo inglés rezuman felicidad. El humor a modo de claridad, la alegría como respuesta al mal. La sonrisa, la paradoja y la verdad como trivote defensivo de una forma de ver el mundo. Estas tres características se ven a mi juicio muy bien en esta pequeña novela. En ella se ve un Chesterton dichoso que disfruta narrando, que disfruta creando, que disfruta asombrando al lector con su capacidad de entrelazar escenas heroicas (el duelo de espadas en medio de la estación de tren es sencillamente magistral) y sobre todo se nota un Chesterton que goza asomándose de puntillas tras una puerta entornada al misterio del sufrimiento.
13 comentarios:
Un par de veces he estado a punto de empezar este libro, ambas sin éxito, aunque ya no me acuerdo porque. Pero después de lo que has dicho Chesterton caerá, lo sé.
Gracias Hilario por tu constancia comentadora, eres una alegría continua.
Gracias Hilario por tu constancia comentadora, eres una alegría continua.
Sin duda esto hombre alegra, era un risa
No recuerdo eso del duelo en la estación... me gustó sobre todo el planteamiento, el final es algo demasiado extraño...
¡Ah! Empecé ortodoxia y me gustó mucho aunq muy elevado para mi imberbez...
Y ahora leo Padre Brown... hay algunos relatos flojos, pero los hay geniales... tremendos. Como el que se llama El martillo de Dios, el último que he leido.
gran tipo...
Gracias fon, "no soy un demonio, pero soy un hombre y todos los demonios habitan en mi corazón" Yo leí ayer ese relato.
你好! Que ganas tengo de encontrar este libro... desde hace tiempo tenia este libro en la cabeza... sabia que tenia una deuda pendiente con un jueves pero no mucho mas... me encontre con otro .thursdays with morrys. y empece a leerlo hasta que me di cuenta de que a quien queria leer es a chesterton. Voy a buscarlo y te contare que tal... gracias por los parentesis lo he pillado...^o^
Hey hermana que alegría encontrarte por aquí. Guerra al parentesis total y absoluta. Si te lo lees en inglés subirás 25000 puntos en mi escalafón.
Un comentario en contra: un tostón.
yo()suelo ser domingo () porque siempre intento estar en mi dia libre ()
amemos el paréntesis,no lo abandonemos a la suerte del punto y coma
creo que no has entendido el comentario de los parentess, anonimo. ¡y que intentas hacer con tanto parentesis? soento mucho que seas de los tristes hominidos que no sabe usar el punto y coma; es algo qeu te marcara de por vida, estoy seguro.
si la presion hipocresia de mundi nace de la presion social,tu eres el tipo de gente que crea presion social a partir de la hipocresia.
paz y amor, hermano
Anonimos perdonad que no os haya eso caso, no os había visto. Gracias por lo del punto y coma, lo estudiaré a partir del 18 de Junio, y entonces os prometo que leereis a gusto mis artículos.
Rogaría cuidado ortográfico en los comentarios, no me molestan lo errores, sí la pereza de no corregirlos.
es normal que no puedas empezrte este libro, seguro que es un toston. mundi FRIKY. jejeje
Anonimo, te has jugado la censura a una sola carta. Cuidado porque la presión relativista no podrá hacerme renegar de las reglas de la buena educación:
1- Decir las cosas a la cara (firmar)
2- No destruir, al menos, no solo destruir.
3- Escribir decentemente.
La heroicidad es nuestro sino, arremangemonos y a por ella.
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